Tensegridad, biotensegridad, estabilidad y dinámica corporal

El concepto de tensegridad se basa en la coexistencia de fuerzas mecánicas, tensión continua y compresión discontinua, que interactúan para equilibrarse formando los binomios tensión – tracción y compresión – empuje. Hablamos de fuerzas y por ende de energía, fuerzas/energía que podemos dibujar sobre un papel, sentir cuando nos movemos, percibir al observar un gesto, pero que aunque estén ahí no podemos ver…, fuerzas, energía, interacción, equilibrio.

 

Algo que caracteriza a las estructuras tenségricas es la capacidad de cambiar de forma y recuperarla gracias a sus propiedades viscoelásticas no lineares que hacen posible el auto equilibrado de las fuerzas, verdaderas estructuras dinámicas, formas siempre en tensión, siempre en equilibrio, en definitiva, estables.

 

La estabilidad de toda estructura tenségrica no se debe a la fuerza de  sus partes, sino a cómo gestiona el estrés mecánico al que es sometida, o dicho de otro modo, a cómo distribuye las fuerzas, a cómo las equilibra, a cómo encuentra el equilibrio estable (y dinámico de la materia viva) donde la función de las unidades que lo componen dependerá de la estabilidad de todo lo demás.

 

Si hablamos de formas tenségricas solo podemos hacerlo desde una visión de interacción tridimensional, introduciendo en nuestro vocabulario los conceptos de volumen y sinergia. Por ejemplo, cuando un globo que se infla, crece, crece y la distancia entre  sus elementos aumenta a cada momento. Si esa distancia aumenta, las fuerzas “invisibles” que interactúan sobre ellos también lo hacen “me muevo luego existo”.

 

Extrapolando esta idea a nuestra naturaleza humana móvil y en constante cambio, tenemos un buen ejemplo que nos ayudará a entender la perspectiva global de toda postura o gesto que realizamos en nuestro día a día y las interacciones entre las fuerzas “invisibles”.

 

Una perspectiva global del movimiento nos enseña que en cada gesto existen elementos que se expanden acompañados de elementos en contracción. Tensiones que cambian y se reparten buscando el equilibrio del sistema, tantas veces alejado del equilibrio ideal, basándose en conceptos no lineares que entienden las sinergías entre los elementos que permitirá la transformación y el propio movimiento.

 

Si aplicamos el concepto de biotensegridad a la dinámica corporal, a su realidad de continuidad total, no podemos apartar la mirada ante la evidencia de la organización fascial a todos los niveles: superficial, profundo e interno (nivel visceral). Obviarlo supone no querer aceptar la realidad tridimensional de nuestra estructura, la realidad tridimensional del movimiento, afincarnos en la comodidad de teorías aprendidas de origen renacentista, desarrolladas cuando las mentes dibujaban en 2D.

 

 

Feliz jueves 😉

Tensegridad es fuerza, estabilidad, equilibrio, realidad: ¡Tensegridad eres tú!

La energía ni se crea ni se destruye, se transforma, ayudando a que nuestra estructura se mantenga en equilibrio, un juego de fuerzas invisibles, tracción y empuje, tensión y compresión, llámalas como quieras, porque independientemente de su nombre, son energía pura.

Hablamos de juegos de poder, energía que nosotros tratamos de interpretar a partir de nuestra inevitable atracción por esa bella dama a la que llaman gravedad…, pero veríamos las cosas de otro modo si nuestra perspectiva fuera la de un elemento que vive suspendido en una organización fuerte, ligera y capaz de cambiar de forma y volver a la posición de equilibrio con el mínimo esfuerzo, en definitiva eficaz, siguiendo las propiedades viscoelásticas no lineares.

¿Veríamos las cosas de otro modo si nuestra perspectiva fuera la de un elemento que vive suspendido en una organización fuerte, ligera y capaz de cambiar de forma y volver a la posición de equilibrio con el mínimo esfuerzo siguiendo las propiedades viscoelásticas no lineares?

Al igual que el desde el punto de vista fisiológico el organismo tiende a la homeostasis, desde el punto de vista mecánico, el cuerpo humano equilibra las fuerzas mediante una red de tensión dinámica que se organiza y reorganiza al son de movimiento.

Hablemos de fuerza y estabilidad: Hoy en día está cada vez más extendido el trabajo de fuerza, y más que referenciada su importancia para la estabilidad articular, pero desde un punto de vista global (por que es así como funciona el cuerpo, como un todo y no como partes individuales), llamémosle fascial si queremos ser más cool, debemos saber que la estabilidad de las estructuras tenségricas se debe a la forma en que toda la estructura distribuye y equilibra el estrés mecánico al que la sometemos en el día a día o en nuestro entrenamiento y no por la fuerza de cada una de sus partes.

La estabilidad las estructuras tenségricas se debe a la forma en que toda la estructura distribuye y equilibra el estrés mecánico al que la sometemos en el día a día o en nuestro entrenamiento y no por la fuerza de cada una de sus partes.

Nuestro cuerpo no quiere que nos hagamos daño, y por ello reparte cualquier estrés mecánico a través del sistema fibroso, una red fibrosa de realidad dinámica y continuidad total, un “edificio” en el que podemos diferenciar elementos individuales cuya función depende de la estabilidad de todo lo demás. Un esfuerzo combinado que nuestros ojos perciben como una mera forma, un volumen definido, cambiante y en movimiento.

Mejor que cambiante, prefiero llamarlo oscilante, donde formas triangulares o hexagonales en el papel pero tetraédricas, octaédricas e icosaédricas en la naturaleza interactuan mediante conceptos como tensegridad, mecanotransducción, inducción, reorientación, creados por el hombre para mantener nuestra forma y equilibrarla en el largo viaje de nuestra vida.

Tensegridad, biotensegridad, fascia y movimiento

Tensegridad, o biotensegridad, es un término que utilizamos cuando hablamos de fascia y de movimiento. Surgió en los años 30 con orientación arquitectónica, y unos años más tarde, la realidad estructural tridimensional de la red fascial hizo que nos fijáramos en los modelos con integridad tensional como explicación a nuestra naturaleza en constante movimiento.

¿Por qué?. Tan sencillo como que los intentos por desarrollar un modelo mecanicista que explicara el
“vis medicatrix naturae” (tendencia natural del cuerpo a la homeostasis) fallaban al explicar la realidad del movimiento.

La biotensegridad pone en duda el paradigma aceptado de la biomecánica y pone de manifiesto:

* Estructura y función están interrelacionadas.
* Los cambios en un punto tienen efecto a otra zona de la estructura.

Un elemento más a añadir a nuestra forma de analizar y entender el movimiento que ayudará a una lectura acorde con la realidad de cada individuo.

Un abrazo tenségrico desde lo más profundo de red tensional que se extiende por toda mi matriz extracelular. Así son los abrazos de verdad.