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Comienza a vislumbrarse a lo lejos, una nueva forma de atender el entrenamiento deportivo provocado por una evolución (más bien IN-volución) que demanda a gritos el ser asesorados de una manera diferente y más profunda que la que actualmente prolifera en nuestros días, que tiene parece ser el copyright, el don de la “adecuidad” a la que yo llamo “statu quo”.
Todo nace desde un gesto repetitivo, una postura sostenida a lo largo del tiempo y continua por un desequilibrio muscular, que no me impedirá seguir haciendo el gesto deportivo en cuestión pero que poco a poco irá alterando la mecánica articular, la longitud y tensión, la capacidad propioceptiva de éstos. La alineación postural será seguidamente cambiada y por ende el patrón de movimiento que a su vez traerá consigo una inhibición recíproca o una dominancia sinérgica en esos grupos musculares que realizarán de forma cíclica ese gesto deportivo o que mantendrán esa posición en el tiempo.
La sobrecarga funcional estará a la vuelta de la esquina, el deterioro articular es latente, la alteración cinética será inevitable…podrás, sin embargo, seguir realizando esa acción muy probablemente aun, ese gesto, pero te queda poco, el Sistema Nervioso en breve mandará las señales para ordenarte que pares, esa zona la hará más rígida y menos móvil para protegerla, en breve llamará el dolor y la lesión a tu puerta, quizás y por desgracia nuevamente, una vez más, en lo que llevas de temporada.
Los brotes verdes asoman en el horizonte por la clase de entrenadores que están surgiendo últimamente en el panorama nacional e internacional (sólo hay que ver como selecciones y equipos de máximo nivel empiezan a dar relevancia al trabajo preventivo y de movimiento eficiente). Profesionales altamente preparados con una formación amplia y multidisciplinar que les permite afrontar el asesoramiento de sus deportistas desde un contexto de entrenamiento inteligente o de preparaciones completas, asegurando en primer lugar que la base de la pirámide sea sólida y sostenida por un eficiente estado artromuscular y de movimiento. Con esto asegurado desarrollar, de igual forma que lo anterior, es decir dando la misma relevancia y atención en su desarrollo y progresión, los factores determinantes y limitantes del rendimiento de cada especialidad, teniendo un alto porcentaje de posibilidades de que las adaptaciones que se vayan produciendo, sean gracias a la continuidad y asimilación de las cargas sin parones forzados por lesiones y aspectos relacionados con una mala planificación de este contexto preventivo.
Profesionales altamente preparados con una formación amplia y multidisciplinar que les permite afrontar el asesoramiento de sus deportistas desde un contexto de entrenamiento inteligente o de preparaciones completas, asegurando en primer lugar que la base de la pirámide sea sólida y sostenida por un eficiente estado artromuscular y de movimiento.
Teniendo un alto porcentaje de posibilidades de que las adaptaciones que se vayan produciendo, sean gracias a la continuidad y asimilación de las cargas sin parones forzados por lesiones y aspectos relacionados con una mala planificación de este contexto preventivo.
La demanda de este tipo de asesoramiento “completo” viene precedida de las constantes lesiones que están sufriendo la inmensa mayoría practicante de deportes como el atletismo, el triatlón, el ciclismo, la natación, sin entrar si quiera a valorar si es dado más en un contexto amateur (por su posible peor preparación y medios ) o de Alto Rendimiento Deportivo ya que los estudios nos dicen que prácticamente hay casi el mismo % lesional en unos que en otros, cada mil minutos de exposición.
El deportista necesita profesionales formados y preparados en una amplia temática multidisciplinar, responsables y conscientes de la relevancia de atender y asegurarse este contexto preventivo, dado que de él nace EL RENDIMIENTO y no como no han hecho creer durante años, donde se ha dado mayor relevancia al desarrollo de las distintas capacidades y los hitos fisiológicos, que es evidente que lo tiene, pero comenzando con un mínimo buen estado artromuscular que curiosamente la in-volución que vivimos en nuestro días “lo ha dificultado”.
Brotes verdes…..
El concepto de tensegridad se basa en la coexistencia de fuerzas mecánicas, tensión continua y compresión discontinua, que interactúan para equilibrarse formando los binomios tensión – tracción y compresión – empuje. Hablamos de fuerzas y por ende de energía, fuerzas/energía que podemos dibujar sobre un papel, sentir cuando nos movemos, percibir al observar un gesto, pero que aunque estén ahí no podemos ver…, fuerzas, energía, interacción, equilibrio.
Algo que caracteriza a las estructuras tenségricas es la capacidad de cambiar de forma y recuperarla gracias a sus propiedades viscoelásticas no lineares que hacen posible el auto equilibrado de las fuerzas, verdaderas estructuras dinámicas, formas siempre en tensión, siempre en equilibrio, en definitiva, estables.
La estabilidad de toda estructura tenségrica no se debe a la fuerza de sus partes, sino a cómo gestiona el estrés mecánico al que es sometida, o dicho de otro modo, a cómo distribuye las fuerzas, a cómo las equilibra, a cómo encuentra el equilibrio estable (y dinámico de la materia viva) donde la función de las unidades que lo componen dependerá de la estabilidad de todo lo demás.
Si hablamos de formas tenségricas solo podemos hacerlo desde una visión de interacción tridimensional, introduciendo en nuestro vocabulario los conceptos de volumen y sinergia. Por ejemplo, cuando un globo que se infla, crece, crece y la distancia entre sus elementos aumenta a cada momento. Si esa distancia aumenta, las fuerzas “invisibles” que interactúan sobre ellos también lo hacen “me muevo luego existo”.
Extrapolando esta idea a nuestra naturaleza humana móvil y en constante cambio, tenemos un buen ejemplo que nos ayudará a entender la perspectiva global de toda postura o gesto que realizamos en nuestro día a día y las interacciones entre las fuerzas “invisibles”.
Una perspectiva global del movimiento nos enseña que en cada gesto existen elementos que se expanden acompañados de elementos en contracción. Tensiones que cambian y se reparten buscando el equilibrio del sistema, tantas veces alejado del equilibrio ideal, basándose en conceptos no lineares que entienden las sinergías entre los elementos que permitirá la transformación y el propio movimiento.
Si aplicamos el concepto de biotensegridad a la dinámica corporal, a su realidad de continuidad total, no podemos apartar la mirada ante la evidencia de la organización fascial a todos los niveles: superficial, profundo e interno (nivel visceral). Obviarlo supone no querer aceptar la realidad tridimensional de nuestra estructura, la realidad tridimensional del movimiento, afincarnos en la comodidad de teorías aprendidas de origen renacentista, desarrolladas cuando las mentes dibujaban en 2D.
Feliz jueves 😉
Las células y por lo tanto tejidos que forman, se adaptan, cambian de forma con cada movimiento y se adaptan a cada situación tanto estática como dinámica del organismo.
Sus propiedades dinámicas dependen de su arquitectura biológica y aquí hablamos de una organización tridimensional que debe su fuerza, resistencia y adaptabilidad a la transmisión de fuerzas a través de la red molecular más importante de nuestro organismo que, a su vez, encuentran el equilibrio gracias al principio de la biotensegridad…, la red fascial.
El Profesor de la Universidad de Harvard, Donald Ingberg en sus publicaciones nos muestra como a nivel microscópico, la organización de la matriz extracelular (MEC) hace que la transmisión de fuerzas y tensiones llegue hasta el citoesqueleto de las células. Esto nos hace tener en cuenta el que toda fuerza mecánica que tiene lugar en nuestro organismo, se traduce en un proceso bioquímico, es decir que: cada gesto, cada movimiento, cada estímulo, cada sentimiento, cada acción mecánica o la simple y terrible “inacción” llegará hasta lo más profundo de nuestro ser, a cada unidad funcional de nuestro organismo, la Célula, desencadenando un cambio mediante el proceso de mecanotransducción.
Cada gesto, cada movimiento, cada estímulo, cada sentimiento, cada acción mecánica o la simple y terrible “inacción” llegará hasta lo más profundo de nuestro ser, a cada unidad funcional de nuestro organismo, la Célula, desencadenando un cambio mediante el proceso de mecanotransducción.
Reflexionando a partir de los escritos de Ingber, es importante que cuando llevemos a cabo un trabajo de liberación miofascial, independientemente de si es antes o después de entrenar o pasear, independientemente de si buscamos una mejora del ROM, preparar/activar una zona o evitar la fatiga, tenemos que recordar que el entramado fascial no es tan solo miofascial, sino un órgano “tensotivomotor” (tensional – sensitivo – motor) implicado en los procesos microscópicos y macroscopicos del movimiento y de la vida.
Recuerda que no es cuestión de hacer daño, sino de dialogar con tu organismo y llegar a un acuerdo de libertad de movimiento.
Recuerda que no es cuestión de hacer daño, sino de dialogar con tu organismo y llegar a un acuerdo de libertad de movimiento.
Bibliografía
Ingber, DonaldE., 2010. From Cellular Mechanotransduction to Biologically Inspired Engineering. Annals of Biomedical Engineering, 38 (3), p. 1148-1161.
Sultan, Cornel and Stamenović, Dimitrije and Ingber, DonaldE., 2004. A Computational Tensegrity Model Predicts Dynamic Rheological Behaviors in Living Cells. Annals of Biomedical Engineering, 32 (4), p. 520-530.
Una buena respiración y una movilidad de la caja torácica adecuada son inseparables y por esta razón, toda persona, con patología o sin ella, se beneficiará de este trabajo en una sesión de movimiento.
Es un hecho que, bien sea debido a un problema estructural o emocional, una caja torácica descendida va a generar problemas.
En los individuos con diabetes, obesidad y enfermedades cardiovasculares, sin dejar de lado a la población senior, encontramos unas cajas torácicas poco habituadas al movimiento donde el nombre de caja que se ha dado al conjunto de vértebras torácicas, costillas, cartílago y esternón le va como anillo al dedo.
Trabajar en aras de una respiración mejorada con tan sólo movilizar la caja torácica es de especial interés para preparar y afrontar mejor las sesiones en las que vamos a exigir a nuestros alumnos un trabajo cardiorespiratorio en el que habrá un aumento del ritmo respiratorio.
Aunque tan sólo sean unos pocos minutos, devolverle la movilidad a la caja torácica, es siempre un regalo.
Por otro lado, en la vida actual, sedentaria, llena de estrés y en la que pasamos las horas delante del ordenadores, móviles y tablets, la región torácica se ve hundida por delante llevando a los jóvenes a un estado no muy diferente del que podemos encontrar en las patologías de las que hemos hablado antes en este párrafo.
Os invito a introducir la respiración en los ejercicios no como un mecanismo restrictivo y limitante, sino como un mecanismo liberador que ayude a jóvenes y no tan jóvenes a vivir mejor.
Inspira, espira,… Respira que ya es miércoles 😉