Un viaje por geografía anatómica de la membrana serosa que recubre la cavidad abdominopélvica y envuelve las vísceras: el peritoneo. St Andrews Intensive Dissection Workshop 2015

El viaje llegaba a su fin. Ayer fue para mi el último día en el laboratorio, y ¡qué mejor proyecto que embarcarme en un paseo por geografía anatómica de una membrana serosa, continua y envolvente como el peritoneo!.

 

Para poder trabajar en esta zona con total libertad, nos enfrentamos a otra situación de divide et impera que nos permitió obtener la imagen de William vascular-visceral y William estructural-neural

Divididos en dos mesas, Oliver se centró en las estructuras craneales mientras que la otra mesa el continuum en el contenido de la cavidad abdominopélvica acaparaba nuestra atención. El peritoneo, esa membrana serosa formada por dos hojas continuas que recubren la cavidad abdominopélvica y envuelven a las vísceras, tapiza tanto la superficie interna como a ciertas vísceras, pudiendose dividir en peritoneo parietal y peritoneo visceral.

 

Lo primero fue sentir con las manos, dibujar ellas los movimientos que ocurren en las diferentes visceras e interpretar la relación de estas con la parte estructural. Los movimientos debían ser cuidadosos, lentos, dejando que las articulaciones viscerales nos indicaran la ruta a seguir. Era difícil no fijarse en su vascularización e inervación sabiendo que el peritoneo parietal es sensible a la presión, al dolor, al calor y al frío, como lo es también el peritoneo visceral y los órganos que recubre.

 

Lo primero fue sentir con las manos, dibujar ellas los movimientos que ocurren en las diferentes visceras e interpretar la relación de estas con la parte estructural. Los movimientos debían ser cuidadosos, lentos, dejando que las articulaciones viscerales nos indicaran la ruta.

 

Poco a poco las manos fueron profundizando entre los pliegues, suave, sin ser bruscos, hasta llegar al mesenterio, la estructura que acompaña a los elementos vasculares y nerviosos que comunican el órgano con la pared posterior del abdomen. Ahí estaban, la aorta y la vena cava, al otro lado de esta membrana que se continuaba hacia cada milímetro de intestino conteniendo vasos sanguíneos y linfáticos, nervios, grasa y nódulos linfáticos protegidos por tejido conectivo. Fascia est.

 

Siguiendo el peritoneo con ambas manos el laberinto de sus formas nos llevó hasta el omento mayor (epiplón mayor). Cuentan los libros de anatomía descriptiva que es un pliegue peritoneal grande, de cuatro capas, que cuelga como un delantal desde la curvatura mayor del estómago y la porción proximal del duodeno (Moore, 2013), pero mis manos solo fueron capaces de diferenciar dos con el material que disponíamos. Esto fue revelador y fascinante, poder “ser” omento mayor por un instante, interpretando el lenguaje braile visceral, el que cada órgano subyacente utiliza para responder ante los estímulos de estiramiento o los cambios químicos.

 

030_Andreas Vesalius_Visceras_Abdomen

 

Fue revelador y fascinante poder “ser” omento mayor por un instante, interpretando el lenguaje baile visceral, el que cada órgano subyacente utiliza para responder ante los estímulos de estiramiento o los cambios químicos.

 

Era el momento de tomar algunas referencias. Personalmente, me gusta localizar la arteria y la vena ileocólicas para seguir su recorrido hasta la arteria y vena mesentéricas superiores, buscar entonces la vena esplénica y dibujar entonces la vena mesentérica inferior en su camino hacia el colon descendente y sigmoide entrecruzándose con la arteria mesentérica inferior y sus ramificaciones.

 

Pasé tiempo, mucho más de lo que imaginaba con el duodeno, el páncreas, el bazo y sus relaciones vasculares y tisulares. Juntos forman un a Plaza Vascular y visceral entre L1 y L3 encargada de controlar y amortiguar los movimientos del diafragma a modo de cojín para el estómago que con su motilidad y peristaltismos inicia la comunicación con el páncreas para que comience la secreción exocrina del jugo pancreático en el duodeno; y la endocrina para que glucagón e insulina pasen a la sangre.

 

PANCREAS_DUODENO

 

Salí de mi abstracción cuando escuché la palabra duramater. Oliver tenía la membrana más exterior de las meninges intacta e in situ, ¡esto había que verlo!.

 

Gil guió entonces el avance por la aracnoides y la piamadre, hasta el cerebro, donde con detalle expuso cada una de sus partes, extendiéndose en el hipotálamo: la centralita que recibe información sobre el estado corporal para controlar la secreción de numerosas hormonas que controlan a su vez la secreción de la hipófisis.

 

Gil fue capaz de diferenciar y mostrarnos la glándula pituitaria (hipófisis). La pequeña glándula que se asienta en la silla turca (una cavidad horadada en la base del craneo, en el hueso esfenoides) y que se une al hipotálamo por el tallo hipofisario. Tenerla en mi mano hizo que un escalofrío recorriera mi cuerpo, me sentía insignificante y extremadamente sencillo ante la importancia de una estructura tan pequeña a la vista pero vital para el funcionamiento y homeostasis de nuestro organismo. Cada pieza es importante, y el más mínimo desequilibrio se percibe. Entonces, cuando quizás lo que se oye tan solo sean unas voces a lo lejos, se inician los procesos, los cambios, las adaptaciones… . Nada ocurre porque si en nuestro organismo, nada pasa sin una justificación, todo ha tenido un proceso, y los síntomas son la expresión física de las nuevas adaptaciones bioquímicas.

 

 Tener la glándula pituitaria en mi mano hizo que un escalofrío recorriera mi cuerpo, me sentía insignificante y extremadamente sencillo ante la importancia de una estructura tan pequeña a la vista pero vital para el funcionamiento y homeostasis de nuestro organismo.

 

HIPÓFISIS_EFMH

 

Cada pieza es importante, y el más mínimo desequilibrio se percibe. Entonces, cuando quizás lo que se oye tan solo sean unas voces a lo lejos, se inician los procesos, los cambios, las adaptaciones… .

 

El sonido de un timbre que pulsó Julian para llamar nuestra atención me recordó que mi tiempo en el laboratorio terminaba esa tarde, así que después de recoger y limpiar el material con el resto del grupo dediqué unos instantes para despedir a  William, Angelica, Mabel, John y Ozzie. Sin ellos no sabría lo que ahora se sobre el cuerpo humano y sobre mi mismo. Sus lecciones, son lecciones de vida. Ayer acababa un sueño, era imposible no ver el fin, pero como en todo proceso, ese fin no es un final, porque me iba empapado de recuerdos, de emociones, de vivencias inolvidables que seguirán iluminando mi vida como habría hecho William si yo fuera navegando y él estuviera en el faro, dando luz, guiando mi camino, guiando nuestro camino.

 

Son las cinco de la tarde, todavía en el avión, rodeado de historias, historias vivas, como la tuya o la mía. Eso me alegra, pero hoy no puedo evitar emocionarme y expresar esa emoción con lágrimas al pensar en las personas con las que he compartido cada momento, cada cena, cada respiro estos días y agradecerles cada segundo de vida que hemos compartido. No se encuentran personas así todos los días. Esta experiencia ha unido nuestras vidas.

Sin Ana, Oliver, Patricia y Ray ninguno de los proyectos que os he contado en este diario habría sido posible. Juntos éramos uno, 10 manos que han trabajado como un equipo perfectamente organizado, un organismo que ha trabajado, se ha apoyado, ha reído y ha llorado cuando ha sido necesario. El respeto y cariño que siento por ellos solo lo puedo describir con un abrazo y una mirada en la que hablar con lo mas profundo de mi alma.

 

Hoy no puedo evitar emocionarme y expresar esa emoción con lágrimas al pensar en las personas con las que he compartido cada momento, cada cena, cada respiro estos días y agradecerles cada segundo de vida que hemos compartido. No se encuentran personas así todos los días

 

Pero en este viaje no solo han estado ellos. Quienes me habéis acompañado al otro lado de la pantalla, viviendo y soñando conmigo también me habéis dado fuerza para seguir adelante en los momentos difíciles, cuando el cansancio y la tensión hacen que baje la atención. Gracias por estar ahí, por compartir cada enlace, por vuestros comentarios con los que me habéis hecho sonreír.

 

Y por último, gracias a ti, mi niña, mi vida, por regalarme cada noche tu mirada y tu sonrisa, la más bonita del sur. Por hablar cuando yo estaba callado, por escuchar cuando estaba hablador, por conocerme como me conoces y por estar siempre a mi lado.

 

Gracias a todos por estar ahí cada día con anatomía a las cinco.

 

Nos vemos en unas semanas. Ahora una pequeña pausa para volver de nuevo en septiembre con más anatomía, toda la fascia y mejor movimiento.