Cráneo, encéfalo, meninges, fascia y emociones

Acabo de sentarme a cenar. El cursor parpadea sobre el fondo blanco del documento y paradójicamente tengo tanto que contar que no se que escribir.

 

Estoy cansado y por suerte ya se ha pasado el dolor de cabeza con el que he salido de la facultad. Muchas horas de concentración, algunos errores y demasiado tiempo con la adrenalina por las nubes por todo lo vivido con Margot, se han convertido en una mezcla explosiva…

 

La de hoy no ha sido para nada una mala experiencia, más bien todo lo contrario. Uno de esos días en los que cuando te paras el cuerpo empieza a temblar. Una mezcla de alegría, tensión, ganas de llorar y momentos en los que sonríes sin motivo, bueno si, por más de uno, como por ejemplo el mero hecho de sentir la brisa del aire sobre la piel…

 

Como decía en el post de ayer, entrar en el mundo visceral no te deja indiferente. Te puedes derrumbar, te enfrenta a la vida, te crea la necesidad de gritar para sentir como fluye la fuerza de tu interior, te hace reflexionar sobre la muerte, te hace pedir a gritos un abrazo o simplemente escuchar esa voz al final del día que, como si fuera un regazo, es capaz de calmarte sabiendo que en ella te puedes cobijar.

 

Es difícil olvidar las metástasis en el cuerpo de Margot, los ganglios linfáticos oscuros, casi negros e inflamados… Ante nosotros, las pruebas de la lucha de un cuerpo por el equilibrio, por la vida, y en nuestras manos, el campo de una batalla perdida en la que se ha luchado hasta el último momento, aunque esos pulmones, en los que parecía que en vez de alveolos hubiera restos de plomo, casi no se pudieran expandir… No puedo evitar emocionarme, ser visceral, como nuestra disección de hoy, y preguntarme si yo tendré los cojones de aguantar, de ser fuerte como nos estás demostrado que fuiste tu Margot.

Ante nosotros, las pruebas de la lucha de un cuerpo por el equilibrio, por la vida, y en nuestras manos, el campo de una batalla perdida en la que se ha luchado hasta el último momento, aunque esos pulmones, en los que parecía que en vez de alveolos hubiera restos de plomo, casi no se pudieran expandir…

Hoy ha sido una jornada cargada de energía, de muchos hallazgos, y esto se notaba en el ambiente del laboratorio, muy dinámico, con sonidos nuevos, nuevos estímulos para los sentidos y precisamente ahí es donde me he movido, en el universo de los sentidos, los órganos de los sentidos, el cráneo y sus fascias, el encéfalo, los nervios ópticos, los senos paranasales y los nervios olfativos, el esferoides,  la pituitaria y la silla turca…

 

ibaifit_senos nasales

 

Por primera vez en mi experiencia como anatomista, como somanaut, como persona que se dedica al estudio del interior del cuerpo humano, he afrontado el proceso que supone llegar hasta el encéfalo manteniendo la duramater intacta, respetando los nervios ópticos, observando las diferencias entre la mitad derecha e izquierda del cráneo de Margot, repitiéndose en los senos maxilares, en el modo en que su duramater se adhería en el la cara interna del cráneo y sintiendo con mis manos como la aracnoides en el lado derecho era densa, gruesa, fibrosa y flexible a la vez.

 

hombres-de-miniatura-en-nuestro-hogar-parte-1_1

 

Entre las sorpresas, la alegría de encontrar los bulbos olfatorios como las antenas de un caracol que buscaban la luz, escondidas primero, pero que luego siempre querían estar en primer lugar.

ibaifit_nervio olfatotio

El sentimiento de culpa al seccionar el infundíbulo de la hipófisis, malestar por no haber reconocido a tiempo ese fino tallo, por confundirlo con un vaso sanguíneo. No pasa nada pero pasa todo en un instante, aquí no hay vuelta atrás, esto es algo que no olvidaré jamás.

 

Mis compañeras de mesa han abordado con mucho cariño el trabajo con los pulmones y el corazón de Margot, proyectos en marcha y que mañana esperamos sean una realidad tangible, visible, una experiencia multisensorial, extra e intraperitoneal.

 

Me quedo con lo bonito y esto ha sido ver el quiasma óptico, como un cruce de caminos, los caminos gracias a los que nuestro cerebro interpreta los estímulos del exterior y nos lo devuelve en forma de imágenes, con las que poder entender todo lo que os rodea y ser capaces de encontrar la similitud de las formas de la anatomía en la naturaleza, como me ha ocurrido en el paseo tan necesario para mi hoy por la playa:

 

ibaifit_quiasma optico

 

ibaifit_omentum_epiplon_naturaleza

 

Ibaifit naturaleza senaos paranasales 2

 

IBAIFIT NATURALEZA_CRANEO

Nos vemos mañana, último día de este viaje de 2016, como siempre a las cinco, siempre con anatomía y si quieres también con un té.