El origen de las cadenas miofasciales y su relación con el movimiento

El lenguaje le del cuerpo es el movimiento, y para que haya movimiento no hacen falta músculos individuales, sino conjuntos de músculos que funcionan de forma interdependiente movilizando articulaciones en plural y no en singular, pues cada gesto desencadena la respuesta de todo el organismo.
El Profesor de la Universidad de Harvard, Donald Ingberg en sus publicaciones (Ingber, 2010; Sultan, Stamenović e Ingber, 2004) nos muestra como a nivel microscópico, la organización de la matriz extracelular (MEC) hace que la transmisión de fuerzas y tensiones llegue hasta el citoesqueleto de las células. Esto nos hace tener en cuenta el que toda #fuerza mecánica que tiene lugar en nuestro organismo, se traduce en un proceso bioquímico, es decir que: cada gesto, cada movimiento, cada estímulo, cada sentimiento, cada acción mecánica o la simple y terrible “inacción” llegará hasta lo más profundo de nuestro ser, a cada unidad #funcional de nuestro organismo, la Célula, desencadenando un cambio mediante el proceso de mecanotransducción.

La materia viva y concretamente el tejido conectivo al contrario de lo que se pensaba hasta hace poco, no se organiza en capas coaxiales. Todas las fibras están conectadas y todas las estructuras son continuas.

Entender el origen del binomio músculo-fascia solo podemos hacerlo con un estudio pormenorizado de la embriología humana, saber quién viene de donde, quien acompaña a quien. Entender que somos una unidad funcional a nivel sistemico, y de forma específica para nuestro campo de la actividad física, a nivel locomotor. 

Este binomio forma una pareja en la que siempre existe interacción, dando forma a nuestro cuerpo a la vez que garantizan el equilibrio y la estabilidad en nuestra convivencia con la gravedad, siendo varias las estructuras que forman el sistema capaz de aportar sostén, tanto a nivel intermuscular, intramuscular, como extramuscular, mientras que el entramado fascial permite el deslizamiento entre músculos agonistas, antagonistas y sinergistas.

Bibliografía:

Carlson, B.M. (2009) Embriología humana y Biología del desarrollo 4ºed Ed Elsevier.

Ingber, D. E (2010) From Cellular Mechanotransduction to Biologically Inspired Engineering. Annals of Biomedical Engineering, 38 (3), p. 1148-1161.

Sultan, C., Stamenović, D., Ingber, D. E., (2004). A Computational Tensegrity Model Predicts Dynamic Rheological Behaviors in Living Cells. Annals of Biomedical Engineering, 32 (4), p. 520-530.

Fascia como fuente de dolor

La #fascia como fuente de #dolor

Todo esfuerzo al que sometemos a nuestra estructura, así como el sobreuso que muchas veces llevamos a cabo con el #entrenamiento o los gestos repetidos con las actividades de la vida diaria o la falta de #movimientoasociada a un estilo de vida sedentario a lo que podemos sumar la edad, son algunos de los motivos por los que pueden aparecer restricciones fasciales que si se perpetúan en el tiempo serán motivo de que aparezca #tensión fascial crónica. 

El estado de de tensión fascial que acabo de describir irá acompañado de cambios en la composición de la matriz extracelular (MEC) junto con una mayor secreción de #citoquinas, sustancias proinflamatorias que desempeñan un rol muy importante en el dolor y en sus vías de transmisión, acabando de por activar #nociceptores fasciales.

Si esta situación se prolonga en el tiempo, los cambios en nuestros tejidos responden con la adaptación a la tensión crónica, podríamos alcanzar un estado conocido como #sensibilización central con la consecuente disminución en el umbral de los nociceptores, haciendo que la respuesta dolorosa a los estímulos sea exagerada.

Disfruten de la semana y no olviden cuidar su fascia 

Video fascia como fuente de dolor